Por:Diana Salgado
Claudia López, exalcaldesa de Bogotá, hoy encarna el ejemplo más cínico del oportunismo político. Tras un mandato marcado por promesas incumplidas, polarización y una gestión errática —especialmente en temas de movilidad, seguridad y concertación, ciudadana ahora pretende escalar a la presidencia, como si su paso por Bogotá hubiera sido un éxito rotundo.
Peor aún, su reciente cambio de partido evidencia que sus convicciones son tan volátiles como sus alianzas. Lo que alguna vez fue una bandera de independencia y lucha contra la corrupción, hoy es una jugada de cálculo para mantenerse vigente a cualquier costo.
Bogotá aún carga con las consecuencias de una gestión que prometió transformaciones estructurales pero entregó improvisaciones. Pretender ahora liderar al país sin haberle cumplido a la capital no es solo incoherente, es un insulto a la memoria política de los ciudadanos.
Colombia no necesita más figuras que cambian de camiseta según sople el viento. Necesita coherencia, resultados y compromiso real. Y eso, lamentablemente, no lo representa Claudia López.
